Mundo Butterfly

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lunes, 29 de diciembre de 2014

Olivos Moon en el Cholo Bar Barranco Perú





Recital organizado por la revista literaria El Bosque de la Universidad San Marcos de Lima - Perú. La movida se realizó el sábado 20 de diciembre de 2014 a las diez de la noche apróximadamente. Gracias Abraham y Juan!

sábado, 27 de diciembre de 2014

a las mariposas

a las mariposas caidas
de alas mutiladas
les dedico cantos de justicia
gritos para despertar las INDIFERENCIAS
hay mariposas vendidas
aún sin salir de sus capullos
cada segundo en el mundo
millones son cazadas
la piel vírgen es el alimento para el mercado del sexo
si las pierdes, es casi imposible encontrar el eco de sus voces
por ELLAS, se duerme sin dejar caer los párpados
casi IMPOSIBLE encontrar sus rastros
¡dónde sus huellas!
existen remotas SALIDAS
puede que algunas se entreguen al abismo del suicidio

Tú, cuida la que tienes cerca
a ELLAS
corran sin mirar atrás

                                                                                           Te espero al final del túnel

viernes, 7 de noviembre de 2014

Barrios Altos in Blues

La vida en Barrios Altos se pasa además de reunirse en las esquinas, es también jugar “las pichangas”. Tatán conocido como “El Robin Hood de Lima” también jugaba al fútbol. Los hombres que crecen en estas calles juegan por el respeto, por el honor y por las ganas de ganarse las “heladas”. Mi primo, el menor de los hijos de mi tío, jugaba muy bien a la pelota. Vale decir que si nos cruzábamos con algunos de los bravos, solo bastaba decirles: “Tranquilo muchacho que soy familia del Cholo Robles de Huánuco”. Mi primo jugó en la categoría menores de la U, pero mis tíos temían que se dedicara a las mujeres y al alcohol, como bien se sabe fue el destino de algunos cracks peruanos. Hace unos días le pregunté por J. J. Oré. Me respondió que a los trece años, J. J. Oré lo vio jugar en el Club Universitario de Deportes. Lo aconsejaba con espíritu de mentor, “él era muy bueno para eso”, me dice. “Como delantero era muy bueno, la U le debe muchos goles”, agrega.

Aunque en estos días de octubre se escuchen argumentos de que la música criolla está desapareciendo, basta dar un vistazo al jirón Ancash para entender que Barrios Altos es una especie de guetto del criollismo pues desde la colonia, en sus calles se fusionaron la picardía española y la cultura afroamericana; naciendo una manera de entender la vida al ritmo de guitarra y cajón. Desde aquella época, la marginación se respira en sus callejones y quintas; por lo que tocar, cantar y bailar fue una actitud rebelde frente a las desigualdades del colonialismo. Por ese mismo espíritu es que vemos a la señora Lucha Reyes plasmada en aerosol, convertida en una ícono del criollismo.



Con la aparición de voces criollas importantes esta corriente se fue popularizando y con ello, las fiestas y las jaranas se convirtieron en el modus vivendi de Barrios Altos. Felipe Pinglo Alva es un ícono perpetuo en la memoria de los habitantes de este barrio. Vivió a tres cuadras de la Iglesia del Carmen (Junín 1456, antes calle Del Prado). Pinglo nació el 13 mayo de 1890 y murió el 18 del mismo mes de 1937. Quienes lo conocieron dicen que les cantaba a las mujeres, al amor y a la decepción y que la inspiración le llegaba por el oído. En la Plaza Italia trabajaba su amigo, Luis Enrique, zapatero de oficio quien – con poemas propios – había enamorado a una escolar de tez blanca y de mejor posición. Cuando la madre descubrió el amorío, no vio mejor salida que mandar su hija al exterior. Pinglo, asiduo visitante de la zapatería, cuando iba en dirección a su trabajo escuchó los sollozos de un romance interrumpido por los prejuicios sociales. La frustración de este amor fue inspiración para “El Plebeyo”: Mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo el alma en que se anida mi incomparable amor. Ella de noble cuna yo humilde plebeyo no es distinta la sangre ni es otro el corazón. ¡Señor! ¿Por qué los seres no son de igual valor? Luis Enrique “El Plebeyo” nunca pudo superar su dolor sentimental y terminó sus días refugiándose en el alcohol y en las cantinas.

Sin duda, que en Pinglo el amor o el desamor ha sido el motor de su potencia creativa. Sus composiciones eran dedicadas a Hermelinda, una muchacha de Cinco Esquinas. Pese a que ambos expresaban mutuamente sus sentimientos a través de cartas, el romance no era del todo explícito, ya que su familia le prohibía a Hermelinda salir de casa. Lo que Pinglo no imaginó era que el tiempo se encargó de congelarle las venas cuando descubrió que su Hermelinda iba a ser la esposa del también compositor y poeta Alberto Condemarín. Fue tal su rabia y sus ganas de olvidarse de ella que decidió mudarse a La Victoria, no sin antes decirle – con maletas en mano – a Condemarín: “Quiérela mucho”.



Luego de tres años de exilio post-decepción amorosa, Pinglo regresa a su Barrios Altos con una composición bajo el brazo, “De vuelta al Barrio” inspirada no solo por la pena de un amor perdido, sino también por la nostalgia de haberse separado de sus bohemias noctámbulas en la chingana del japonés Kanebo en la calle Las Mercedarias. Cuentan los barrioaltinos que Pinglo remataba ahí sus noches de bohemia con un aguadito de gallina. Los vecinos del Callejón del Fondo lo amaron con “De vuelta al barrio”:

“De nuevo al retornar
al barrio que dejé
la guardia vieja son
los muchachos de ayer.
No existe ya el café
ni el criollo restaurant
ni el italiano está
donde era su vender”

Por las calles de Barrios Altos no solo se sienten los golpes de cajón, los ecos de las guitarras rasguñarse o las voces desgajadas por el sentimiento criollo; sino también, que es lugar de leit motiv para la poesía creada por Winston Orrillo. Sus calles, sus gentes, sus escenarios inspiraron al poeta para crear Calle Antigua:

Calle Antigua

Con los pies
fatigados de camino
he vuelto
por la calle conocida

Nada cambia
en la calle conocida

Casas viejas
pintadas de amarillo
y el oscuro habitante
de la esquina

Juan el chino
aún vende las cosas
ya compradas

Alguno que otro
ha muerto
por cumplir
con los ritos
de la vida

Pero la calle antigua
y sus casas amarillas
No registran señales
de fatiga.

Winston Orrillo
(Del poemario La memoria del aire – Ediciones La rama – Lima, 1965)





 
Por sus calles y jirones se siente el tiempo detenerse tal vez sea por la creencia de algún mito que se conserva en la memoria popular: la Piedra Horadada del jirón Cangallo. Se han creado historias fantásticas, fantasmagóricas y diabólicas alrededor de ella. De niña me contaban que era peligroso acercarse a esa piedra porque es del Diablo y en esa calle se respira la muerte porque quien camina cerca de la Horadada, desaparece. Se escuchan también historias de quienes caminan por ahí bajo los efectos del alcohol y ven un caballo blanco que bota fuego por la boca. Sin embargo,  el investigador Luis Antonio Eguiguren en su libro “Las calles de Lima” desbarata tal creencia y sustenta que en los tiempos de la colonia en las esquinas se colocaban piedras para evitar el contacto de las carrozas con los muros de las casas.
 
Cuando pienso en Barrios Altos, vuelvo a mi infancia y cada vez que pueda volveré porque la nostalgia es parte de la vida y porque me provoca sentir que el tiempo se detiene.

“la vida en su misterio
me ha dado una verdad
los tiempos que se fueron
esos no volverán”
Anónimo
 

Barrios Altos in Blues

 
Los barrios tienen la personalidad de sus vecinos. Un barrio es el espacio que nos conecta con el mundo externo, donde se archivan los flashbacks de un pasado no lejano, cuando jugábamos o besábamos, donde se cuajan las amistades con silbidos distintos en las esquinas. Sin embargo, con el pasar de los años el barrio se vuelve un baúl. Y para algunos que dejaron el Perú, el regreso al barrio factura algunas lágrimas.
 
Cuando pienso en Barrios Altos, los recuerdos del edificio mostaza despintado me asaltan. En el edificio del jirón Huánuco de la cuadra tres, el tiempo parece detenerse por las capas de polvo en su fachada. Si tuviera que retroceder el tiempo a mis siete años; vuelvo mentalmente al cuarto piso de aquel edificio cuando mi atención se dispersaba en las geometrías de las baldosas, entre sus rombos y curvas de colores ocres. Me llevaban para visitar a los tíos. Estando dentro, las baldosas volvían como ilusiones ópticas. Solía abrir y cerrar las puertas de madera con marcos, vidrios y perilla blanca.
 
Aún estando en Barrios Altos, en el departamento del tío, nunca escuché un vals, ni género criollo que se le asemeje; sin embargo, las historias de la Viuda Negra eran usuales mientras conversaban en la sala. Una noche escuché a mi padre decir que con varias copas encima caminaba zigzagueante por el jirón Huánuco en plena madrugada; y el cuerpo se le heló cuando una mujer madura de velo negro se le cruzó. Él vio que ella se suspendía en el aire. Tres hombres parecían seguirla y lo poco que recuerda fue una pregunta simple de parte de ella: ¿Tiene Ud. un cigarrillo? “Todo mi cuerpo empezó a temblar y sin mirarla le invité uno, prendí el encendedor y eché a correr.
 
 
Precisamente es en el jirón Huánuco (antes Las Carrozas porque ahí solían estacionarse) donde existía el río Huatica, según dicen los investigadores. A unos metros de aquel edificio, se puede ver el retrato de la Virgen de las Mercedes, la patrona de Barrios Altos. Una obra de cariz urbano, entre rupestre y devoto. Entonces, recuerdo los recorridos de las mujeres de la familia a las Siete Iglesias en Semana Santa, que por cierto hay muchas, porque cuando los españoles llegaron levantaban iglesias para extirpar el espíritu de las huacas. Los homenajes a la Virgen del Carmen se rinden los 16 y 26 de julio de cada año, ocasión para dar rienda a la poética – lírica del criollismo. Barrios Altos se hizo improvisadamente en la época colonial. La falta de planeamiento urbano y la cercanía al Cerro San Cristóbal permitió que el trazado de sus calles sea desigual y sean caprichosamente desniveladas. Este barrio era considerado el punto neurálgico – distributivo – administrativo que conectaba Lima con los Andes. El agua era también el recurso principal de distribución desde épocas prehispánicas. Su cercanía al río Rímac, convertían estas tierras en un fértil valle irrigado por acequias.




viernes, 24 de octubre de 2014

Mariposa cautiva

Mariposa cautiva
partieron el capullo que te cubría
cuando estabas a punto de abrir tus lienzos

¿Qué es para ti la justicia?
una ilusión en el mundo del super hero
aquí no hay estatuas de la Libertad que te
amparen.

Mariposa cautiva
te mutilaron las alas
para ser parte de su vitrina de putas.

Millones de mariposas son cazadas por segundo
si la pierdes, a dónde irás para
recuperarla

a una cama pestilente de sexo al paso?

Cuida tu mariposa, la mía
corre sin mirar atrás
                                 te espero al otro lado del túnel...


                                                                                       Abril

 

lunes, 8 de septiembre de 2014

El Club


Cada jueves por la noche se reúne el club de los hombres que lloran en silencio, de los que se secan de espaldas sus lágrimas impregnadas con el vaho del alcohol mezclado, mezclado con la transpiración propia de las noches de verano, porque la sed que provoca el verano es el mejor pretexto para juntarse y compartir sus “cosas de hombres” humedeciendo sus palabras, ahogando sus catarsis “a la seca”.

Con asistencia casi fervorosa, cada jueves en la mesa 25 de siempre, en la esquina humedecida de vapores parroquianos, en el bar Ciro de toda la vida, se encuentran: “El Jony”, “el Luchito”, Carlitos “papitas”, y Enrique “el Gordo Porcel”. Cada jueves desde hace 25 años, ellos dejaron los pañales del colegio para hacerse hombres en el camino con la piel volviéndose pellejo de adulto.

Frecuentemente, el primero en llegar a la mesa 25 es Jony, pues de lunes a viernes sus entradas son rutinariamente oficinistas. Luego de marcar, va camino al bar con la corbata desanudada de aburrimiento, con las lenguas de su camisa desbordándosele a medio cuerpo, ésta queda, al final, tan ajada por detrás como sus deseos de soñar. A partir de las seis, Jony es el oficinista que solo quiere desentenderse de la rutina de la escrituras, las actas, los contratos y demás.

En realidad, ha querido desentenderse de sus afanes oficinistas desde siempre, pero la manutención de su crío lo ajusta tanto como el nudo de su corbata, día a día. La sorpresa de ser padre a los 19 truncó sus estudios cuando cursaba el tercer ciclo de diseño gráfico.

Sentado en la 25, enciende su cigarrillo número diez del día y ordena la primera “helada” de la noche. Ésta llega, entre las volutas solitarias del primer asistente de “el club de los jueves”. La combinación alcohol-humo libera sus endorfinas masculinas, al caer la noche.

De pronto, el “Papitas” lo sorprende por detrás con un palmotazo. Habla broder, ¿tan temprano?, estuvo bajo el negocio, hoy!, sentencia Jony. No cuñao, me vine cueteao, a un coleguita lo atracaron un par de bestias en moto. Le quitaron su canguro y lo dejaron sangrando en la pista, conchasumare. No jodas, toma un vasito para que se te pasen los muñecos, entons.

 

A medida que la noche se volvía adulta con el contar de los tic tacs, el círculo de la mesa 25 se cerró con la llegada de Luchito y el “Gordo Porcel”. Los dos andaban por casualidad en el bulevar de la cultura. Luchito andaba liberando pasos para ir en busca del mejor cuento de Julio Ramón Ribeyro y el “Gordo Porcel” hacía una semana que tenía en la cabeza ir por un fascículo de Dragon Ball, con el maestro Rochi rodeado de mujeres en bikinis, en portada.

Ambos se escapan de sus rutinas los días que les son propicios para recorrer los stands del último oasis de cultura en la ciudad. Aquel jueves ambos avanzaron cada uno por un lado, de norte a sur y al minuto veintisiete se vieron las caras, se estrecharon las manos con una enérgica palmada por la espalda y siguieron la ruta hacia la mesa veinticinco, esta vez con las manos vacías.

Mientras que en el bar Ciro, Jony y “Papitas” iban avanzados en el oficio de inclinar el codo, salpicando la charla con borbotones de espuma. Sentados todos se completó El Club cuando Luchito ocupó el tercer asiento derecho y el “Gordo Porcel”, el segundo izquierdo. Luchito abrazó a todos, palmoteándolos. Acalorado vociferó: a celebrar carajo! Su euforia daba lugar al Sedan 2013, color plata, adquirido por un gerente ejecutivo del Consorcio Maquinarias, Carrocerías y Asociados. A quien el ascenso le fue un buen pretexto para regalarse un auto. Su día estuvo completo: el gerente estrenando puesto y auto; y Luchito asegurándose el pago de las cuentas de hace tres meses con el cinco por ciento de los más de quince mil dólares en venta.

Últimamente, andaba un poco preocupado, ya que tiene una cuenta extra por saldar, se trata de los honorarios de su abogado. Sus servicios le fueron necesarios para el juicio de los alimentos que tenía entre sus pendientes. Aquel Dr. Román lo libró la semana pasada de ser castigado con la pensión más alta, aunque para lograrlo se atrevió a adulterar boletas de pago, reportes de comisión y recibos por honorarios. Prácticamente lo declaró en bancarrota. Pensar que no ama a su hijo es una idea de corte absoluto, tal vez se trate de una manera de protegerse los bolsillos, por si faltara dinero para la diversión.

En el club de estos cuatro caballeros, las cervezas van y vienen mientras que la noche envejece y se vuelve amanecida. Sus intercambios verbales transitan entre las volutas que emanan de los Hamilton y los Pall Mall. En esta mesa de fumadores perdidos, el cenicero atiborrado soporta heroicamente sus testimonios:

Tengo que confesarles que Carla me pidió la separación, Jony los enmudeció con esta declaración. Eso pasa todo el tiempo chato, agregó “el Gordo Porcel”. La mamá de mi calato me dijo lo mismo cuando recién cuando recién cumplía los cinco años, yo la verdad no me hice bolas. La dejé que se vaya con su vieja, yo regresé dos años con mis viejos y ahora vivo tranquilo, en mi cuarto, sin que ninguna me joda. De cuando en cuando la visito, veo al chamaco y por las noches; cuando se puede, un polvorín y relajao.

Sí Jony no te hagas paltas por ella, además tiene un hijo tuyo; así que siempre te va a necesitar broder; pero qué fue, te quiere dejar por otro acaso?, agregó Papitas. No cuñao, no se trata de eso. Lo que pasa es que…tamare. Cuenta pes on. Ya, ya, es que me encontró las boletas del telo y los mensajes en mi celular. Conchasumare, me sacó todito!

Ellos respondieron entre risas, palmotazos a la mesa y por ahí un: Fuiste compare!

La verdad no sé cómo me pude enredar. Todo andaba normal con ella, andábamos sí algo cansados y empecé a darme cuenta que la secre del jefe me miraba mucho; desde entonces, noté sus escotes todos los días! ¡Todos los días, conchasumare y no pude más!

Ala on, eso sí que está jodido. Cuando una mujer quiere que te la comas y te vacila, es jodido resistirse; pero está buena, entonces? La verdad sí, pero yo amo a Carla. Diablos, es la madre de mi hijo. Nunca pensé en perderla, ahora quiere que nos separemos. Ella estará sola y no faltará un huevón por ahí que la joda!

Bueno eso sí puede ser, pero nada ganas poniéndote a pensar en eso pes on. Solo deja que se calme, siempre llámala, pregúntale por tu hijo. Te apuesto que por él, ella querrá volver contigo! Así que relajao nomás.

Y salud pes!, los cuatro hombres brindaron, chocando sus energías con esos vasos que tienen al león rugiendo. Luego del trago “a la seca”, pasaron al siguiente tema: y vieron el gol que se falló Messi?

M.R.

Lima, 2014

domingo, 7 de septiembre de 2014

Rainning


Even if it is rainning
even if it is a cloudy day
I swear I would try again, again and again
and maybe someday
the sunrise will be laid down
in front of me
behind the hills


Lima 2014

domingo, 6 de julio de 2014

Lima Grey

lima me deprime, me asfixia. el smog bajo el polvo nublan mis elucubraciones, vuelos del más acá al más allá ¿hasta cuándo? solo sé hasta dónde. hasta donde nace el sol bajo la estrella del norte. hasta cuando no hayan más nudos que tragar - entre tanto -, sobrevivir a los asaltos en las esquinas.

@butterfly

martes, 3 de junio de 2014

Primeros esbozos de Venezia

 
 
le comuniqué mi decisión de embarcarme como mesera del Fantasy Cruiseship la última noche que intimamos en el parque de mi vecindario...
 
 
el beso que nos dimos, él y yo me supo a un adiós de por vida. Mientras serpenteaba el pasadizo del embarque, nuestras miradas se iban perdiendo por el caprichoso juego del destino...
 
 
a bordo de una van, llegué a un hotel de tres estrellas genoveses. Su arquitectura era como una casa de duendes, techo a dos aguas, con espejos dorados, lámparas de fulgores cálidos...
 
 
Fragmentos de mi cuento Venezia

jueves, 22 de mayo de 2014

Dulcinea Rock n' Roll


Dulcinea ven a mí, predicaba Rocinante
asáltame a besos en cualquier esquina
en alguna parada donde el semáforo nos ponga luz roja
Soy tu Dulcinea Rock'n Roll
asáltame de madrugada con una tonada
sinfonía on the rocks

martes, 29 de abril de 2014

Con un pie en el Santa Mónica: una mirada fugaz entre rejas (Parte I)

Existen dos lugares en los que mi naturaleza se vuelve una masa corpórea timorata, vulnerable y frágil como el cristal. Estos lugares son el hospital y la cárcel de mujeres "Santa Mónica". Aquella fugaz visita fue mi primera vez en un penal.

En mis días comunes y corrientes, nunca me detuve a pensar qué sería de mí si perdiera mi libertad, nunca medité sobre cómo se digieren las mañanas y las noches entre reas o cómo se pasa la vida entre rejas hasta que llegue el último día de condena o hasta cuando tal vez la muerte sorprenda como dama impredecible y caprichosa. O tal vez ponerme en la piel de presa para pensar que el día del juicio fuera un sueño o guardar la esperanza de hacerme de dinero para que lo acelere. No es extraño imaginarse que para que la dinámica de nuestra justicia sea fluida es necesario soltar unos billetes, no es extraño enterarse en los titulares que hoy, el sistema judicial sigue en huelga.

Llegué al penal de mujeres en octubre del año pasado (2013) por invitación de una buena amiga, poeta de corazón, arquitecta de profesión para participar en un taller de exploración creativa artística. No creo que exista el día perfecto para visitar el Santa Mónica pues es evidente el entusiasmo de ellas cuando reciben visita. En este caso, aquel sábado 19 de octubre fue el escogido. Mientras que hacíamos la cola para ingresar, la masculinidad en el cuerpo de una mujer se hizo notoria, era la primera. Se trataba de una chica, su contextura era ancha, de tez blanca, con la cabeza por ambos lados rapada, con tatuajes cubriendo ambas extremidades, en el brazo derecho se leía Faith y varios piercings pendían de su rostro.

Las medidas de acceso al penal de mujeres son estrictas: ingresar con falda (casi eran como cinco años que no usaba una), no portar cámaras, ni ningún aparato electrónico que registre imágenes, ni celulares, tampoco pasadores y un largo etcétera de cosas que podrían poner en peligro la seguridad del recinto. El escenario detrás del portón de ingreso, límite entre la "libertad" y la prisión, es paupérrimo. La zona de registro es estrecha, lúgubre por el abandono, gris por el polvo adherido en las paredes... Además de mi libreta de apuntes y mi lapicero, mi DNI era lo único que portaba en la mano derecha. El agente de turno me lo recibió fijándome su mirada filosa como sospechando del más mínimo de mis movimientos. Pronuncia mi nombre y apellidos como para confirmárselos. Me indica mirar a la cámara y pasar al siguiente ambiente. Hice caso a su voz de mando. Ahí donde el detector de metales hacía lo suyo con la mochila de mi amiga, la agente me inspeccionaba minuciosa e intimidante por la rudeza con que repasaba mi cadera, mis piernas y mi entrepierna. Me hizo sentir vulnerada corporalmente. Observó y preguntó al darse cuenta del logo de una televisora estampada en mi libreta, mi amiga poeta le respondió enfática: "solo vamos para un taller de poesía".

De primer momento, el mapa mental que venía construyendo camino al penal era el de pabellones amplios, con anchos pasadizos, tal vez con un fino haz de luz colándose por algún ducto o algo así; sin embargo, al pasar el último control, el de los barrotes de fierro, aquella idea se me desbarató totalmente. No había que dar muchos pasos para acercarse a las celdas, solo fue necesario virar a la izquierda para llegar al pabellón A (el de las políticas) donde las internas (a quienes llamaré) "Miri" y "Leila" nos estaban esperando. Definitivamente, mi imagen abstracta de amplitud no tenía ninguna semejanza con la realidad.

Mi amiga poeta había ido otras veces, por ello ubicó rápidamente la celda de Miri, ubicada en el tercer piso. Al instante noto que los corredores son tan estrechos como el pasadizo de una casa amplia. Una buena parte del corredor es empleado para las cocinas de dos hornillas con sus respectivas mesas donde descansan pilas de huevos, panes, galletas, leche y demás alimentos pertenecientes a quienes duerman en esa celda.

Llegamos donde Miri con media hora de retraso y como para matar el tiempo de espera, la encontramos pintándose las uñas. Nos recibió con una amplia sonrisa contagiante de libertad paradójica y desbordante de entusiasmo, con el cabello negro intenso, humedecido y alborotado. De inmediato, me invitó a sentarme en su lecho de cemento cubierto con un telar ayacuchano. Mientras que ellas conversaban con atisbos de familiaridad, yo repasaba un poco de su estrecho mundo, abstraída por la idea del encierro. En su celda no hay espacio más que para poner objetos personales colocados sobre un bloque de cemento cubierto de otro telar andino. Además de sus cosméticos, había fotos de su esposo americano, su amiga y compañera (Lori) quien posaba sonriente al lado de su bebé y esposo, también había algunas ropas colgadas entre la ducha y la repisa de cemento. Sobre estos objetos, colgaba una radio tan pequeña como un reloj despertador, de ésta sonaban las voces de Miriam Hernández, Alejandro Sanz, Luis Fonsi, voces que susurran desde la estación Romántica sintonizada. Y cuando anunciaron las once menos quarto, bajamos de prisa a la biblioteca. En el camino hacia el primer piso, se nos unió Leila de aproximadamente cuarenta años, cabello lacio cano, mejillas redondas, éstas se notaban más por la alegría de ver nuevamente a mi amiga.

Juntas las cuatro nos acomodamos en un cuarto donde solo cabíamos: una treintena de libros, unos eran escolares, preuniversitarios; otros, novelas universales y todos extremadamente apiñados, desencajados, apilados unos con otros, revolcados unos contra otros sin distinción de género, tamaño o temática. En los tres cuartos de espacio, nos acomodamos las cuatro alrededor de una mesita cubierta de un telar andino. Como para calentarnos del frío de octubre, Leila nos ofreció una tazita de café, té o manzanilla.



martes, 8 de abril de 2014

Con un pie en el Santa Mónica: una mirada fugaz a través de las rejas (Parte II)


Arrancamos las dos horas del taller de exploración creativa entre risas, dinámicas que robaron
algunas lágrimas cortas impregnadas en el papel. Los recuerdos con la familia cobraron vida con el lápiz en mano.

Fueron dos horas para dejarse fluir en retrospectiva hacia la niñez en el campo, imaginar como si fuera ayer los besos de mamá o la euforia de Miri por ganar a sus hermanos en los jaloneos del San Miguel, eran evocaciones intensas para dejarse explorar, escarbar en el túnel de la memoria para encontrarse con el yo dios.

En esas dos horas ninguna se preocupó por hablar de política, ni de los apagones, ni de los coche-bombas. Solo fluyeron recuerdos. Miri contó que en su encierro durante el gobierno de Fujimori tuvo que acostumbrarse a las inspecciones impredecibles, los frecuentes decomisos de libros, cuadernos o apuntes marxistas. El papel estaba prohibido, -entre risas- confiesa  que tuvo que comérselos, algunas veces, para que no descubrieran sus poemas y evitar el castigo. Del otro lado, Leila se pone cabizbaja al pensar en su madre, los momentos que compartió con ella en el campo y la nostalgia de no poder ver a su hija de dieciocho años...El temor de no volver a verla en libertad le invade porque sabe que le han dado cadena perpetua. Mientras que yo, era consciente de que tenía a mi lado dos mujeres condenadas como presas políticas; humanizándose, desnudando su mundo más personal con el poder que ejerce el papel y un lápiz. Entre risas y lágrimas aisladas por la sesión catártica, las dos horas en el Santa Mónica se evaporaron fugazmente en mi reloj mental.
Tenía un poco de prisa por salir. Era un sábado de planes por la noche. Me despedí de ellas raudamente, pero al llegar a la puerta de los barrotes me di cuenta que el intento fue en vano, tres mujeres y yo no pudimos salir hasta esperar una hora más para que dieran las dos de la tarde, hora exacta para la salida. Mientras hacía la cola apoyada sobre la pared, vi pasar mujeres con cortes varoniles, de mirada fija y penetrante, de tatuajes en tinta azul sobre sus pieles cobrizas, de piercings prendidos en sus rostros y brazos, con buzos y poleras deportivas anchas ocultando cualquier curva femenina. Vi a "la cubana" rogando por una ambulancia que la ayude a contrarrestar sus malestares: una hinchazón en el pie, dolor en la cadera y la fiebre que decía tener. Durante la hora en cola, vi mujeres desfilar con platos y postres para los agentes, el trato entre ellos era muy amical.
Confieso que en ninguna parte de la ciudad he sentido tanto temor como al estar ahí, porque algunas me proyectaban peligro en sus miradas. Obligada a esperar un poco más de una hora en la cola, vi entrar y salir a la ex congresista "cocalera" como "Pedro en su casa", escoltada por un grupo de ahombradas con apariencia de "chalecos". Hubo tiempo suficiente también para notar aquel perímetro baldío, un pedazo de tierra triste alrededor del patio, tan yerta como el gris de las paredes. Tierra donde solo dominan los perros que persiguen los pasos del agente, por si algo extraño sucede. De pronto, dieron las dos y un poco más. Tiempo para volver a la ciudad, tiempo para asimilar el encierro de la mañana y sentir que mis problemas, mis frustraciones, mis pasiones desatendidas, mi estrecha condición económica, mis líos familiares y amicales no son nada como perder la libertad.


domingo, 30 de marzo de 2014

A la Lima Zero

[la luna es la hostia que alumbra el rito de esquina, se oculta trémula en mi soledad festival. Nebulosa embriagándome de melancolía. Las veredas malolientes me son infinitas. Keep walking] Bordeando la línea roja/ sin ángel, voy pisando la línea color burdel hasta encontrar ese remanso stone/ como un ángel caído, mis huellas traspasan resaca en el pavimento/ elevo mis sentidos cuando la madrugada se viste como novia etílica y vagabunda/ mi cuerpo, aún en pie, se balancea embriagado de sopor/ no hay bus stop en mi noche ausente de ángeles/ unas horas después, la mañana sorprendió mis sentidos/ entonces, vuelve la rutina para carcomer mi piel/ momento para cubrirla con el maquillaje de sonrisas.

existo


martes, 25 de marzo de 2014

Al pie del cañón

la jauría del bajo mundo cierne sus dominios/ afilan el puñal para otra noche gangster/ sobre sus pieles cobrizas/ se trazan tatuajes en tinta pueblo/ cruces y saritas que bendigan/ la jornada lumpen/ casi todos son esclavos del blanco en polvo/ una dosis o dos o más como para prenderse de valor/ - Aunque huela a mierda pura a pura mierda –/ (la blanca) se dispara como el cañón/ fulminante a la psiquis/ tiempo para la danza salvaje sin vuelta/ para el arrebato de los fajos “verdes”/ con el índice en el gatillo/ En la esquina del mercado yace un saldo: Héctor, el mono, vendedor de abarrotes fajándose las buenas acciones al alma porque de seguro el auxilio llegará cuando ya haya partido.
en memoria a "el mono" (joven de bajos recursos pero comerciante asesinado por delincuentes en la esquina del mercado)

sábado, 22 de marzo de 2014

Por ti, poesía; porque cada 21 de marzo alumbras a este mundo, tus delicias


tras el vuelo de los pájaros, de repente quiero acabar con mi baño de todas las mañanas, con el café pasado, con mi agenda cuidadosamente estructurada de citas y visitas a las que asisto puntualmente; pero es tarde hace frío y estoy sola. (En la mitad del camino recorrido, María Emilia Cornejo)

Bang, bang estás muerto: el juego mortal de un adolescente

Estamos inmersos bajo la ley del gatillo. De la ficción (no tan irreal) estamos frente al escenario para ver la propuesta adaptada que tiene...