Cada
jueves por la noche se reúne el club de los hombres que lloran en silencio, de
los que se secan de espaldas sus lágrimas impregnadas con el vaho del alcohol
mezclado, mezclado con la transpiración propia de las noches de verano, porque
la sed que provoca el verano es el mejor pretexto para juntarse y compartir sus
“cosas de hombres” humedeciendo sus palabras, ahogando sus catarsis “a la
seca”.
Con
asistencia casi fervorosa, cada jueves en la mesa 25 de siempre, en la esquina
humedecida de vapores parroquianos, en el bar Ciro de toda la vida, se
encuentran: “El Jony”, “el Luchito”, Carlitos “papitas”, y Enrique “el Gordo
Porcel”. Cada jueves desde hace 25 años, ellos dejaron los pañales del colegio
para hacerse hombres en el camino con la piel volviéndose pellejo de adulto.
Frecuentemente,
el primero en llegar a la mesa 25 es Jony, pues de lunes a viernes sus entradas
son rutinariamente oficinistas. Luego de marcar, va camino al bar con la
corbata desanudada de aburrimiento, con las lenguas de su camisa
desbordándosele a medio cuerpo, ésta queda, al final, tan ajada por detrás como
sus deseos de soñar. A partir de las seis, Jony es el oficinista que solo
quiere desentenderse de la rutina de la escrituras, las actas, los contratos y
demás.
En
realidad, ha querido desentenderse de sus afanes oficinistas desde siempre,
pero la manutención de su crío lo ajusta tanto como el nudo de su corbata, día
a día. La sorpresa de ser padre a los 19 truncó sus estudios cuando cursaba el
tercer ciclo de diseño gráfico.
Sentado
en la 25, enciende su cigarrillo número diez del día y ordena la primera
“helada” de la noche. Ésta llega, entre las volutas solitarias del primer
asistente de “el club de los jueves”. La combinación alcohol-humo libera sus
endorfinas masculinas, al caer la noche.
De
pronto, el “Papitas” lo sorprende por detrás con un palmotazo. Habla broder,
¿tan temprano?, estuvo bajo el negocio, hoy!, sentencia Jony. No cuñao, me vine
cueteao, a un coleguita lo atracaron un par de bestias en moto. Le quitaron su
canguro y lo dejaron sangrando en la pista, conchasumare. No jodas, toma un
vasito para que se te pasen los muñecos, entons.
A
medida que la noche se volvía adulta con el contar de los tic tacs, el círculo
de la mesa 25 se cerró con la llegada de Luchito y el “Gordo Porcel”. Los dos
andaban por casualidad en el bulevar de la cultura. Luchito andaba liberando
pasos para ir en busca del mejor cuento de Julio Ramón Ribeyro y el “Gordo
Porcel” hacía una semana que tenía en la cabeza ir por un fascículo de Dragon
Ball, con el maestro Rochi rodeado de mujeres en bikinis, en portada.
Ambos
se escapan de sus rutinas los días que les son propicios para recorrer los
stands del último oasis de cultura en la ciudad. Aquel jueves ambos avanzaron
cada uno por un lado, de norte a sur y al minuto veintisiete se vieron las
caras, se estrecharon las manos con una enérgica palmada por la espalda y
siguieron la ruta hacia la mesa veinticinco, esta vez con las manos vacías.
Mientras
que en el bar Ciro, Jony y “Papitas” iban avanzados en el oficio de inclinar el
codo, salpicando la charla con borbotones de espuma. Sentados todos se completó
El Club cuando Luchito ocupó el tercer asiento derecho y el “Gordo Porcel”, el
segundo izquierdo. Luchito abrazó a todos, palmoteándolos. Acalorado vociferó:
a celebrar carajo! Su euforia daba lugar al Sedan 2013, color plata, adquirido
por un gerente ejecutivo del Consorcio Maquinarias, Carrocerías y Asociados. A
quien el ascenso le fue un buen pretexto para regalarse un auto. Su día estuvo
completo: el gerente estrenando puesto y auto; y Luchito asegurándose el pago
de las cuentas de hace tres meses con el cinco por ciento de los más de quince
mil dólares en venta.
Últimamente,
andaba un poco preocupado, ya que tiene una cuenta extra por saldar, se trata
de los honorarios de su abogado. Sus servicios le fueron necesarios para el
juicio de los alimentos que tenía entre sus pendientes. Aquel Dr. Román lo
libró la semana pasada de ser castigado con la pensión más alta, aunque para
lograrlo se atrevió a adulterar boletas de pago, reportes de comisión y recibos
por honorarios. Prácticamente lo declaró en bancarrota. Pensar que no ama a su
hijo es una idea de corte absoluto, tal vez se trate de una manera de
protegerse los bolsillos, por si faltara dinero para la diversión.
En
el club de estos cuatro caballeros, las cervezas van y vienen mientras que la
noche envejece y se vuelve amanecida. Sus intercambios verbales transitan entre
las volutas que emanan de los Hamilton y los Pall Mall. En esta mesa de
fumadores perdidos, el cenicero atiborrado soporta heroicamente sus
testimonios:
Tengo
que confesarles que Carla me pidió la separación, Jony los enmudeció con esta
declaración. Eso pasa todo el tiempo chato, agregó “el Gordo Porcel”. La mamá
de mi calato me dijo lo mismo cuando recién cuando recién cumplía los cinco
años, yo la verdad no me hice bolas. La dejé que se vaya con su vieja, yo
regresé dos años con mis viejos y ahora vivo tranquilo, en mi cuarto, sin que
ninguna me joda. De cuando en cuando la visito, veo al chamaco y por las
noches; cuando se puede, un polvorín y relajao.
Sí
Jony no te hagas paltas por ella, además tiene un hijo tuyo; así que siempre te
va a necesitar broder; pero qué fue, te quiere dejar por otro acaso?, agregó
Papitas. No cuñao, no se trata de eso. Lo que pasa es que…tamare. Cuenta pes
on. Ya, ya, es que me encontró las boletas del telo y los mensajes en mi
celular. Conchasumare, me sacó todito!
Ellos
respondieron entre risas, palmotazos a la mesa y por ahí un: Fuiste compare!
La
verdad no sé cómo me pude enredar. Todo andaba normal con ella, andábamos sí
algo cansados y empecé a darme cuenta que la secre del jefe me miraba mucho;
desde entonces, noté sus escotes todos los días! ¡Todos los días, conchasumare
y no pude más!
Ala
on, eso sí que está jodido. Cuando una mujer quiere que te la comas y te
vacila, es jodido resistirse; pero está buena, entonces? La verdad sí, pero yo
amo a Carla. Diablos, es la madre de mi hijo. Nunca pensé en perderla, ahora
quiere que nos separemos. Ella estará sola y no faltará un huevón por ahí que
la joda!
Bueno
eso sí puede ser, pero nada ganas poniéndote a pensar en eso pes on. Solo deja
que se calme, siempre llámala, pregúntale por tu hijo. Te apuesto que por él,
ella querrá volver contigo! Así que relajao nomás.
Y
salud pes!, los cuatro hombres brindaron, chocando sus energías con esos vasos
que tienen al león rugiendo. Luego del trago “a la seca”, pasaron al siguiente
tema: y vieron el gol que se falló Messi?
M.R.
Lima, 2014