Una mirada crítica a Trilce
Como bien se ha mencionado anteriormente, la publicación de Trilce provocó un cierto desdén
en las esferas literarias en la década del 30. Así mismo, estuvo inmersa en una atmósfera nihilista por las luchas
civiles sobre todo vividas en España. Desde la investigación de Dreyfus (2008), se puede
considerar que Trilce se trata de la publicación más importante del primer lustro vanguardista. Se
le describe como un “libro innovador, de una originalidad, desconcertante” y que bien amerita
señalar que, en el mismo año (1922) coincidió con obras fundamentales como: Ulises de Joyce,
La tierra baldía de Eliot, y Las elegías de Duino de Rilke. Desde la mirada de Julio Ortega, la
escritora asienta que:
Trilce significa la ruptura definitiva con los moldes literarios previos; la relegación
definitiva del espectro de Darío y de ciertos ecos d’annunzianos en la poesía peruana.
Además, a diferencia de los otros textos de la época, que ensayan la experimentación per
se, la ruptura formal de Trilce responde al deseo de expresar el sentimiento de angustia
que el poeta experimenta en ese tramo vital; esta elaboración poética en torno al absurdo
existencial hace del libro una propuesta sólida, que transciende cualquier novedad
estética. (Ortega citado por Dreyfus, pág. 32)
Por ello, se puede afirmar que tras su lectura se puede identificar un universo poético en el que la
voz lírica entrelaza la nostalgia por el hogar, aunque la retórica pueda volverse un tanto absurda,
esa forma intrincada de expresar el sentido del tiempo y que desencadena en la limitación de lo
nombrable, así se puede descifrar un punto de vista de cara a lo irracional en su discurso, como
por ejemplo en:
II (2)
Tiempo Tiempo.
Mediodía estancado entre relentes.
Bomba aburrida del cuartel achica
tiempo tiempo tiempo tiempo.
Era Era.
Gallos cancionan escarbando en vano.
Boca del claro día que conjuga
era era era era.
Mañana. Mañana.
El reposo caliente aún de ser.
Piensa el presente guárdame para
mañana mañana mañana mañana.
Nombre Nombre.
¿Qué se llama cuanto heriza nos?
Se llama Lomismo que padece
Nombre nombre nombre nombre.
El sujeto lírico evoca el sentido de cálido para situar el sentido existencialista, y aquello que se
vuelve innombrable tiene que ver con el tópico rutinario, ya que hace una distorsión lingüística al
enunciar el vocablo: Lomismo.
Cabe indicar, que una de las férreas críticas que recibió esta obra desde su horizonte de expectativa
es el carácter desvergonzado por distorsionar el lenguaje, y lo que deja aparte de lo expuesto es
el análisis lingüístico que se centra en cuál es la intención interpretativa de los vocablos absurdos
y los neologismos.
Como fuere, aún con ese carácter absurdo de la retórica se concuerda con la crítica de Ortega en
que la propuesta es <<sólida>>, trasciende desde su nivel de expresividad y puede considerarse
una obra estética que supera lo arriesgado e innovador.
En cuanto a la definición del sentido innovador de la poesía, ésta no solo implica la incorporación
de un léxico relativo a la modernidad; sino también a que esta carga semántica debe ser asimilada
por el espíritu poético para convertirse en sensibilidad. Así Vallejo escribió lo siguiente:
Poesía nueva ha dado en llamarse a los versos cuyo léxico está formado de las palabras
“cinema, motor, caballos de fuerza, avión, radio, jazz-band, telegrafía sin hilos”, y en
general, de todas las voces de las ciencias e industrias contemporáneas, no importa que el
léxico corresponda o no a una sensibilidad auténticamente nueva. Lo importante son las
palabras. Pero no hay que olvidar que esto no es poesía nueva ni antigua, ni nada. Los
materiales artísticos que ofrece la vida moderna han de ser asimilados por el espíritu y
convertidos en sensibilidad.
Para sustentar esta postura, Vallejo sitúa la delimitación artística del lenguaje en cuanto a los
instrumentos que estaban siendo portadores de significado de dicho contexto, para ello explica lo
siguiente:
El telégrafo sin hilos, por ejemplo, está destinado, más que a hacernos decir “telégrafo
sin hilos”, a despertar nuevos temples nerviosos, profundas perspicacias sentimentales,
amplificando videncias y comprensiones y densificando el amor: la inquietud entonces
crece y se exaspera y el soplo de la vida, se aviva. (Pág. 14)
Para dejar ampliamente clara esta idea, Vallejo propuso extraer del lenguaje un efecto
sensibilizador y no solo enunciador, así tenemos: <<Muchas veces las voces nuevas pueden faltar. Muchas veces un poema no dice "cinema", poseyendo, no obstante, la emoción cinemática, de manera obscura y tácita, pero efectiva y humana. Tal es la verdadera poesía>>.