Las elecciones fueron el domingo 5 de junio y hoy (7) de junio aún no sabemos quién nos gobernará. Aunque no cabe que el país está polarizado
En mi país, una elección se puede volver una cadena de hechos surrealistas. En mi país llamarse Fujimori puede convertirte en la tirana dispuesta a comprar un voto por un táper de un llamativo color naranja. En mi país, yo puedo crear de un partido, la casa que acoja a políticos blanqueados de ese polvo maldito que tanto gusta esnifar.
Soy de la generación que vivió esa historia. Tal vez pueda escuchar de los mayores, "Belaúnde fue el único presidente honrado", pero difícil saberlo a ciencia cierta cuando lo que te queda es leer un poco de esa época.
Sin embargo, cuando se trata de Fujimori puedo refrescar mi memoria, la que efervescía ya entrando a los dieciocho.
Gracias a Fujimori, de lo que gano en mi centro de trabajo, un monto tengo que aportar a una AFP privada. No cabía acceder a una institución pública de pensiones (ONP), de otra forma hubiera perdido el empleo. Nadie se imaginó que él plagiaría el plan económico de corte liberal del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, aquí lo llamamos el "Fujishock". Fujimori vendió los derechos sociales a cambio de privatizaciones. Sin embargo, tras veintiseis años aquí estamos haciendo frente a su hija. Ella ya no utiliza el lema con el que su padre nos engañó "honestidad, tecnología, trabajo". Sin embargo, la mecánica es la misma. La "Fuerza Popular" que apunta a esa masa en su mayoría con bajos índices de educación. Con "Fujimori voy a tener más trabajo", dicen ellos, sin poner en la balanza las denuncias públicas por lavado de activos. La DEA es esa patrulla que se escuchó en su campaña, pero a mi Perú surrealista parece que solo le importa la tajada.
Aunque sin Fujimori tal vez Varguitas no hubiera escrito esa obra que seduce al intelecto "El pez en el agua". Leyendo sus fragmentos pude entender que Perú es un rompecabezas de culturas y mentalidad.
En mi país y sobre todo en la fecha conmemorativa de nuestra independencia sucederá algo inaudito y a la vez paradógico, el congresista más votado Kenji Fujimori hará juramentar a la congresista Indira Huilca, cuyo padre sindicalista fue asesinado por el grupo paramilitar "Colina" que operaba bajo el régimen oscuro de su padre, Alberto.
Pese a todo pronóstico político, aquí nací y aquí esperaré el resultado final de quién será quien gobernará.
En mi país, una elección se puede volver una cadena de hechos surrealistas. En mi país llamarse Fujimori puede convertirte en la tirana dispuesta a comprar un voto por un táper de un llamativo color naranja. En mi país, yo puedo crear de un partido, la casa que acoja a políticos blanqueados de ese polvo maldito que tanto gusta esnifar.
Soy de la generación que vivió esa historia. Tal vez pueda escuchar de los mayores, "Belaúnde fue el único presidente honrado", pero difícil saberlo a ciencia cierta cuando lo que te queda es leer un poco de esa época.
Sin embargo, cuando se trata de Fujimori puedo refrescar mi memoria, la que efervescía ya entrando a los dieciocho.
Gracias a Fujimori, de lo que gano en mi centro de trabajo, un monto tengo que aportar a una AFP privada. No cabía acceder a una institución pública de pensiones (ONP), de otra forma hubiera perdido el empleo. Nadie se imaginó que él plagiaría el plan económico de corte liberal del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, aquí lo llamamos el "Fujishock". Fujimori vendió los derechos sociales a cambio de privatizaciones. Sin embargo, tras veintiseis años aquí estamos haciendo frente a su hija. Ella ya no utiliza el lema con el que su padre nos engañó "honestidad, tecnología, trabajo". Sin embargo, la mecánica es la misma. La "Fuerza Popular" que apunta a esa masa en su mayoría con bajos índices de educación. Con "Fujimori voy a tener más trabajo", dicen ellos, sin poner en la balanza las denuncias públicas por lavado de activos. La DEA es esa patrulla que se escuchó en su campaña, pero a mi Perú surrealista parece que solo le importa la tajada.
Aunque sin Fujimori tal vez Varguitas no hubiera escrito esa obra que seduce al intelecto "El pez en el agua". Leyendo sus fragmentos pude entender que Perú es un rompecabezas de culturas y mentalidad.
En mi país y sobre todo en la fecha conmemorativa de nuestra independencia sucederá algo inaudito y a la vez paradógico, el congresista más votado Kenji Fujimori hará juramentar a la congresista Indira Huilca, cuyo padre sindicalista fue asesinado por el grupo paramilitar "Colina" que operaba bajo el régimen oscuro de su padre, Alberto.
Pese a todo pronóstico político, aquí nací y aquí esperaré el resultado final de quién será quien gobernará.