Cuarentena Bye Love
La idea de cuarentena parecía una situación bajo control, con un café, sentados frente a la pantalla. Desde el quince de marzo, el Perú se declara en alerta sanitaria...Vizcarra, el que mintió.
Él y yo cambiamos y la vida de mi mascota fue perdiendo los sentidos.
N2 apagó el televisor y se durmió. Ese domingo habíamos hecho la cola más kilométrica de nuestras vidas. Entonces, comenzamos a apagarnos.
Al día treinta de pandemia, N2 y yo nos volvimos extraños. Las noticias nos distanciaron por las noches. Y por las mañanas, mi mesa se volvió un laberinto de informes con migas. Reportes en bata y cafés. Entonces, N2 se quedó sin trabajo. En veinticinco metros cuadrados, día y noche, ¡qué cosa podía salvarnos! Descifré sus rodeos. Con la mirada baja, se dio la media vuelta para vivir con su madre. ¡Perfecto, bye! El café durará más.
Tras setenta y cinco días, la cuarentena me enfrentó en mascarillas y soledad. Nunca fue para mí el matrimonio y menos a metro y medio de distancia. Así funciona mejor.
Un virus me abrió los ojos y comenzar a sentir que el amor eran sus patitas despertándome. Su olfato dándome protección, entre tantas estadísticas de vidas perdidas.
Pero el tiempo de tu mascota es exacto, incondicional. A mis pies, podría encarar las pérdidas. Luego sonó el teléfono y supe que por la edad de mis tíos, no pudieron resistir al virus. A los días tocó acostarlo con un beso para siempre. En cuarentena, tu respirar me hizo muy feliz. Blacky, my real love.