La obra de Patricia de Souza se
circunscribe en nuestra historia literaria de manera aislada. Se le difunde por
iniciativas contadas de sus fieles lectores y en muy pocos programas
institucionales.
Para quien indaga, casi por
casualidad en su obra, como es mi caso; se percata del discurso bien
argumentado de la autora, por defender un feminismo literario y afirmar que
aquí en Perú, el patriarcado asentado intenta callar las obras de escritoras
brillantes.
Por ejemplo, la cita: <<Cuando
el texto sale publicado, recibo una
llamada del sur de España, de un escritor peruano, un cacique que aconseja a su
subalterna no “escribir libros en ese tono”, cuando los anteriores son tan
buenos, tan... colonizados, ¿señor? Me oye: Váyase al diablo. Cuelgo. Empiezan
a sonar tambores de guerra. ¿Vale la pena dar nombres, hacer una suerte de #DenunciaAtuAgresor? No, no
pienso regalarle ese honor>>, denota con bastante honestidad una
experiencia dominadora de parte de un escritor territorialista en cuanto a la
crítica de su libro “El último cuerpo de Úrsula”.
Y es que, Patricia de Souza,
explica que los escritores masculinos censuran aquellas obras de mujeres que
hablan desde su cuerpo.
Entonces, ella opta por
denunciarlo, escribiendo. Si nos ponemos a evaluar la dinámica social, podemos
notar que el mundo, la sociedad, la estructura “establishment” es misógina y
altamente patriarcal.
Si Blanca Varela escribió, desde
su postura internalista, sobria, silenciosa en su tiempo y pudo llegar a ser
tan brillante, eso no es suficiente para darle la importancia que nuestra
sociedad ignora en cuanto a su calidad literaria.
La escritura, el mundo de la
escritura es de machos y la sociedad así lo reconoce.
Martha Robles
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#feminismo