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miércoles, 27 de julio de 2022

(Artículo) La educación peruana: una realidad de la que no se puede huir (2005)

 

« La ignorancia de las grandes masas sienta las bases de la felicidad de las cúpulas gubernamentales que se encargan de fabricar caudillos dictadores y falsos mesías en América Latina ».

                                                                                                                                  Jhon Smith

 

 

Por: Martha Robles

 

Milagros es una joven estudiante de 19 años que al igual que miles y miles de chicos se estaba preparando intensamente para alcanzar una vacante en la prestigiosa Universidad Nacional Mayor de San Marcos; sin embargo así como ella, esos miles de jóvenes tuvieron que decirle adiós a ese sueño, en el último concurso de admisión de dicha casa de estudios.

A la convocatoria se presentaron 33, 000 postulantes que pugnaban por una vacante de las 1525 ofrecidas, una situación que año a año se viene complicando y ocasionando que muchos jóvenes tengan sus metas truncas al no lograr el ansiado ingreso.

 Sin embargo, este desajuste que se presenta por una sobredemanda ante una pobrísima oferta educativa estatal, perdura desde mediados del siglo XX debido al crecimiento poblacional y se agrava aún más en nuestra realidad por la centralización, que motiva a muchos jóvenes a migrar a la capital en busca de mejores oportunidades y una mejor calidad de enseñanza.

Para dar unas cifras de esta problemática, el número de postulantes se ha incrementado de 16762 a 307 195 en lo que va de 1961 a 1999, así como la cantidad de universidades que de 9, que existían en 1960 de las cuales el 11% eran privadas, aumentaron a 74 en el 2000, como consecuencia el porcentaje de privadas creció a un 61%.

Muchos han sido los intentos para cambiar esta realidad, más de 15 reformas educativas dan fe de ello, desde el gobierno de José Pardo con su modelo de corte idealista, años después; Leguía lo haría pero según el patrón estadounidense, el cual no encajó con nuestra idiosincracia latina ni con nuestro temperamento. Durante el gobierno de Velasco se implantó la educación de tipo marxista en un afán de modernizarla, ya en el gobierno de Fujimori se pretende municipalizar la educación; sin embargo no era más que una forma engañosa de descentralización que consistía en un simple cambio del centro de pago.

Programas que no han dado resultados satisfactorios debido a que están basados en modelos que no se ajustan a nuestro contexto, con meros cambios como quitar o adicionar cursos, cambiar denominaciones y nada más.

En 1990 el Perú asumió los compromisos de la Declaración Mundial sobre Educación para Todos que planteó los siguientes objetivos: la universalización de la educación básica, la reducción de la analfabetización, el fácil acceso a la educación sin importar el género, la ampliación de la oferta educativa a los jóvenes, entre otros.

Diez años después se evaluaron los resultados y se comprobó que aún persistían las deficiencias y disparidades, la exclusión seguía siendo una característica resaltante de nuestro sistema educativo, propio de los países pobres.

Sin embargo, no hay forma de salir de la pobreza sin una educación de calidad según estudios  realizados por especialistas. Los factores que determinan este proceso son la productividad del empleo, la calidad y permanencia de la educación y el uso adecuado del crédito.

Educación de calidad es aquella que convierte al docente en el verdadero protagonista de los cambios, mejorándoles sus condiciones de trabajo, así mismo ofreciendo una adecuada infraestructura, acompañado de un programa de nutrición, así como también un buen contenido y un calendario escolar que se adecúe tanto a la realidad como al contexto de cada lugar, además que estimule la participación de los padres.

Este modelo ofrecerá capacidades para el desarrollo personal, la creatividad propiciará buenas relaciones interpersonales, capacitará para el trabajo, a fin de hacer frente a un mundo cada vez más competitivo

Queda al sistema, al aparato estatal de turno hacer frente al problema y tomar serias decisiones con respecto a esta problemática, si realmente quiere combatir la extrema pobreza que nos azota cada vez más; y a la población, tomar consciencia de ello para exigir verdaderos cambios.

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